domingo, 5 de septiembre de 2010

Y se hizo la luz...

Tras varias tentativas, me he enganchado a la serie The Big Bang Theory, que por si alguien no lo sabe, va de un par de físicos que se pasan el día jugando al Halo y soltando chorradas científicas, en algunos casos muy buenas (espectacular el disfraz de efecto Doppler) Pues no se si porque esta serie ha despertado en mí cosas que desde que estudiaba no salían a relucir, pero me ha dado por buscar e intentar re-memorizar las ecuaciones de Maxwell. En ello estaba cuando me he encontrado con esta web en la que se venden camisetas como esta:

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No me digáis que no es molona...
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miércoles, 25 de agosto de 2010

Un nudo gordiano

Un impedimento, un problema de imposible o difícil solución, en especial cuando se requiere creatividad para su resolución...
Esto es lo que se encontró Alejandro III de Macedonia (El Magno) a finales de 334 a.c. tras cruzar el Helesponto y ocupar Frigia. Allí Gordias, campesino de Gordion (Anatolia), ataba sus bueyes al yugo con un nudo tan complicado, que los oráculos promulgaron que aquel capaz de desatar las cuerdas que lo componían, se convertiría en el próximo amo de Persia (o que quien no lo desatara estaba condenado al fracaso en su intento de conquista, según otras versiones)

Cuenta la leyenda que el gran Alejandro, en medio de la concurrencia, centro de atención de lo más granado de la sociedad Frigia y Macedonia, probó diferentes tentativas para destrabar el ingenioso nudo, pero sin éxito en todas ellas. Por tanto, Alejandro, rey de Macedonia, conquistador de Anatolia y elegido de los dioses, consciente de que su grandiosidad no podía quedar puesta en duda frente a aquel montón de cuerdas sin importancia, desenvainó su kopis y cortó de un tajo el endiablado nudo que se interponía entre él y oriente. Muchos aclamaron al rey, pero a otros pocos les asaltó la duda: ¿había hecho trampa el rey?....dudas y preguntas desaparecieron aquella misma noche cuando el gran Zeus amasador de nubes dió su visto bueno, manifestando su opinión con una indiscutible tormenta...
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martes, 10 de agosto de 2010

El tonto del reguetón (el reguetonto)

Venía Steven Seagal de romper unos brazos y algún que otro meñique a unos negros del Bronx, cuando se dio cuenta de que si no espabilaba no pillaba la Renfe. El tren acababa de parar en el andén cuando él lo divisó en la lejanía, un par de andenes más allá. No había tiempo que perder, con lo que rememorando aquel soleado día de verano de 1973 en la isla de Okinawa, durante el cual O Sensei y él pasaron las horas buscando ciertas hierbas que sólo crecían en lo más alto de la montaña, y que después fueron incineradas y envueltas en unas acartonadas hojas de bambú, para posteriormente ser aspirado con fuerza su aroma y provocando a la postre que sensei y padawan acabaran diciéndose cosas muy serias el uno al otro, pues tuvo el amigo Steve, decíamos, que ponerse las pilas si no quería quedarse en tierra diez minutazos esperando al siguiente tren. Aceleró al principio un poco el paso para posteriormente darse vidilla de la buena y enciscarse en todo lo que se le ponía por delante, ya fuera alguna musculosa embarazada que se afanaba por no caer rodando por la escalera mecánica al paso de Seagal, la muy bruta, o alguna corpulenta anciana de 90 años que se hacía fuerte a la entrada del vagón para entrar la primera y echarle morro para conseguir asiento. Nada menos.
"Si es que aquí todo el mundo se cree con derecho...Dónde vamos a ir a parar." - se dijo Steve.
Ya dentro del vagón, se despidió con la mano de la embarazada, que por alguna extraña razón le miraba con cara cagarse en sus muertos. Steve se encogió de hombros y buscó un sitio para sentarse. Dio un par de pasos hacia el único asiento que había libre en todo el tren, pero en esto que una sombra surgió de su propio sobaco y se le adelantó.
"Increíble. No me he dado cuenta." - pensó Seagal.
El dueño de la sombra, un gañanazo con menos pecho que una farola y la misma chicha que una lombriz, plantó el culo en el asiento y ahí se quedó, con medio calzoncillo apoyado contra el asiento y el otro medio delante de la cara de Steve, que miraba sin dar crédito.
Levantó el tío de los gallumbos la jeta y la dirigió contra Steve como diciendo:
"Ahí te quedas de pié, pringao"
Y se ajustó el piercing en la nariz.
A Seagal no le gustan los piercing y en condiciones normales, sólo eso le habría bastado al gallumbero para ser aporreado en la nariz de manera cruel, pero aquella actitud desafiante le desconcertó. Sí, desconcertó a Steven Seagal aquel niñato con los calzoncillos fuera. Y puede que ninguno de nosotros lo crea, pero así fue.
Al poco, el gallumbero sacó el móvil. Todo gallumbero que se precie lleva uno y este, que además iba con piercing, no podía ser menos. Disimuladamente, Steve siguió con la mirada los gestos de aquel que le había desafiado. Con esos ojos de chino que la coleta que le tira por detrás le deja, junto con ese gesto de absoluta concentración en la cara, pudo distinguir como el niñato tocaba los botones y un instante después...comenzó el reguetón.
"¿Cómo?" - Exclamó Seagal - "¿Oigo visiones?
Hay pocas cosas que Steven Seagal no soporta en el mundo. Una es que construyan una planta petrolífera en Alaska que impida a los indios cazar renos con el arco. Otra es que unos terroristas internacionales secuestren un barco cargado con misiles nucleares y que con ellos apunten a su querida Wisconsin y otra es que un patán con los pantalones a la altura de las rodillas ponga reguetón con el móvil mientras va en la Renfe.
Obligado pues por las circunstancias y acordándose de aquella máxima con la que O sensei le aleccionó aquel domingo de marzo en Yokohama mientras ambos se dejaban las uñas en la arena cuando buscaban huevos de tortuga en la playa y que decía algo así como:
"La mejor solución contra el reguetón es el puñetazo, aunque a veces puede uno mancharse con la sangre, así que piénsatelo."
Pues Steve se lo pensó. O mejor dicho, se acercó al tontolabas del gallumbero y le conminó con buenas palabras a que dejara en paz a la humanidad y le diera al botón rojo de su móvil ipsofacto.
El gallumbero, que como suelen ser todos los tontos del culo era también audaz, levantó el dedo corazón que tenía libre y se lo puso a Seagal frente a la nariz. Qué decir que aquel dedo que en principio era algo recto y robusto cuan obelisco, quedó con la misma forma que lo que hace un loco cuando firma, como una especie de Z cuando Steve se dedicó a practicar con aquel dedo su examen de 6ª Dan. Si a eso le unimos que el codo cuando se le saca de su sitio forma una especie de V y la muñeca una S cuando se la disloca, pues a Seagal se le ocurrió continuar con el alfabeto, a ver qué letras le salían con las articulaciones del gallumbero tontolabas.
Llegó a las 20 letras el tío. Y mira que le dolió porque en el fondo aquel tontolabas era un audaz. Gilipollas pero audaz.
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lunes, 31 de mayo de 2010

Shogun-San

Caminaba Richard Chamberlain por la calle, cerca de su casa, rememorando los recientes y gratos momentos que ha disfrutado en el lejano país de los japoneses y en donde se encontraba rodando la nueva serie producida por Tom Hanks y Steven Spielberg sobre el Japón feudal del futuro y denominada Shogun de las Galaxias.

"Qué buena gente estos japos" - se decía - "un poco autómatas, pero qué majos y simpáticos son. Siempre con una sonrisa en los labios."
"Qué limpieza en sus calles. Ni un papel, ni una colilla, ni un orín de perro en las aceras. Qué organizados y cuidadosos. Cómo miman sus jardines. Cómo cuidan que la gente no se agolpe en las calles ni interfieran en el trabajo de los demás. Con qué educación se dirigen a ti o te responden cuando les preguntas cualquier cosa, aunque no te entiendan bien."
"¿Y los coches? Pero si casi no hay. La gente no va en coche, sino que autobús, en metro, en tren, en bici..."
Al decir esto, el bueno de Richard alzó la cabeza y observó los coches que circulaban por la calle por la que caminaba.
"Muchos coches hay aquí. Da la sensación de que en esta ciudad, en la que viven menos de 200.000 personas, hay el doble de coches que en Kyoto, con millón y medio."
"¿Por qué no va la gente en bici aquí?"

En esto que aparece en la rotonda que Richard tiene en frente, un todoterreno negro a toda pastilla. Entra en la rotonda y sale en un pis-pas y de un frenazo, se detiene en doble fila en la calle, frente a unas terrazas en las que la gente está tomando algo. Antes casi de que el todoterreno se detenga, la puerta del conductor ya se está abriendo.
"Cómo está la gente..." - comenta Richard.

Del todoterreno sale alguien y Richard Chamberlain, que ha vivido ya unos años y ha visto muchas cosas en la vida, no da crédito cuando distingue que ese alguien empuña un bate de béisball. El botarate del bate, dando grandes zancadas y con toda la mala hostia que un botarate con un bate puede llegar a hacer gala, pone los pies en la acera y como un huracán entra en uno de los locales que hay en la calle. La gente, que lo ve, se incorpora alarmada y llena de estupor. Los móviles invocan a la autoridad.

Richard sigue la escena con la mirada. Voces, gritos, insultos y golpes de bate se escuchan a cierta distancia. Poco después descubre que al menos las llamadas urgentes a la policía funcionan y en un pis-pas, varias patrullas hacen acto de presencia en la zona.

Mientras la autoridad se hace con la situación, durante un momento Richard Chamberlain se abstrae de lo que tiene delante y lleva sus pensamientos a las calles de Kyoto, a sus templos, a su limpieza y sobre todo, a la amabilidad de sus gentes. Al poco despierta y vuelve a la realidad. La policía sigue a lo suyo y parece que todos se van calmando. Al parecer no hay heridos.

"Bueno" - se dice Richard - "Estamos de vuelta."
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miércoles, 21 de abril de 2010

El cartel


Pues esto era el bueno de Yul Bryner que se dirigía a sus quehaceres diarios en las estepas cercanas a los Urales, cuando a la altura de la Renfe se encontró con un pequeño boñiguito de perro en medio de la acera.
"Qué guarro" - se dice rascándose la reluciente calva.
Se gira y se va.
Al día siguiente, cuando de nuevo Yul Bryner se dirige a una de sus batallas contra los polacos, al pasar por el mismo sitio, encuentra junto al boñigo, en medio de la acera, un papel con un nota y un escrito en ella:
"El dueño del perro que ha hecho esto es un guarro."
"Pues sí" - se dice Yul.
A la mañana siguiente, en su travesía semanal a cazar uros de la estepa, Yul Bryner encuentra en su camino, en medio de la acera, junto al boñigo y el papel con la nota, otro papel con un comentario no menos contundente:
"Además del dueño, el que deja papeles en el suelo también es un guarro"
"Hmmm, sí...sí que lo es."
El amanecer del nuevo día descubrió a un Yul Bryner dirigiéndose a su granja para criar varias de sus recuas de caballos a la orilla del Don. Como cualquier otro jueves. Varios papeles tirados en el suelo junto al boñigo, en medio de la acera, le llamaron la atención. Una nueva nota aparecía junto a las otras dos y al truño de perro.
"¿Guarro? Y tú gilipollas"
"Ahhh...."
Durante varias mañanas de varias semanas, Yul hizo el mismo recorrido y similares mensajes en uno y otro sentido eran leídos por él con atención.
"Tú sí que eres gilipollas. Y tu perro también."
"A mi perro ni se te ocurra, desgracio"
"Racista!"
"Maricón"
"Facha!"
Un viernes, Yul no tenía otra cosa en la reluciente cabeza. Apenas había podido dormir aquella noche sin parar de darle vueltas a la cabeza...
"¿Qué nuevo mensaje me encontraré mañana?" "¿Habrá tenido la valentía suficiente el primero para responder?" "¿El dueño volverá a atacar?" "¿Repetirá el perro un monigote como el primero?"
Abandonó su cabaña y se lanzó al camino embargado por la excitación y la incertidumbre. Los cosacos de su clan le saludaron como todas las mañanas pero el no le prestaba atención a nadie. Yul esa mañana tenía dudas que necesitaban respuesta y no descansaría hasta conseguirlas.
Las piernas le transportaron sin apenas rozar el suelo al ya mítico lugar junto a la Renfe. Desde la lejanía, un enorme cartel llamó su atención. Un cartel había sido colocado junto al boñigo y el montón de papeles, en medio de la acera.
"Prohibido arrojar papeles y colocar carteles. El ayuntamiento"
"Ah.hhh..."